Retiro. 10.37 AM.
Se abren las puertas del tren.
Camino apurada, lánguida y dormida, entre la gente.
Me deslizo por el molinete roñoso que siempre amenaza con trabar mi libertad.
Sigo lánguida, pero más apurada que antes, abriéndome paso como un zombie, hija de la rutina.
A veces pienso que cuando estoy en ese estado me vuelvo sorda.
Hoy me di cuenta que no.
-Cuanto semen te daría, dios.
Así me dijo el pajero. Un pajero de 50 años, con traje, corbata, bufanda de microcentro y anteojos modernos.
No había dudas que era a mí, prácticamente me lo susurró al oído.
-Asqueroso de mierda, alcancé a decir. Y le clavé una mirada de pupilas fruncidas del asco.
El muy hijo de puta me miró y me regaló una sonrisa de oreja a oreja.
Podés creer?
Y eso es tan triste
Hace 1 día
1 pensamientos:
y bueno, un piropín para empezar la mañana
Publicar un comentario