7 de octubre de 2011

Nada más triste que un paraguas roto

Hoy me compré un paraguas y cuando estaba cruzando Libertador ahí en Retiro, me pasó esa cosa horrible que siempre hace que me ria cuando le pasa a los demás, pero cuando me pasa a mí no puedo sentir otra cosa que no sea verguenza total. Se me dió vuelta el paraguas, como si un viento le hubiera levantado toda la pollera a una señora gorda y la hubiera dejado en bombacha en medio de la avenida. Así me sentí.

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