16 de mayo de 2011

Acción

Actuar en consecuencia es vivir en un limbo de sumisión a las decisiones ajenas, la mayoría de las veces por amor.
Así definí hoy a la mañana ese conjunto de palabras que se me vino a la mente después de tratar de entender algunas cosas en mi cabeza chiflada, mientras miraba por la ventana sucia del colectivo el reloj de los ingleses y se me caían algunas lagrimas.

No hago si no hacés, no digo si no decís, no voy si no venís, no me río si no te reís, no me saco si no te sacás, no tomo si no tomás, no llamo si no llamás, no me subo si no te subís.
Actuar en consecuencia es más fácil, porque quedar expuesto como un marmota no le gusta nadie. Todo se volvió acartonado y desnaturalizado, somos maestros de la especulación más efímera, hasta para probar un kiwi por primera vez o subir a un tren fantasma.

En qué momento (y ahora me hago cargo de lo que me toca) dejé de actuar fiel a mis sentimientos y empecé a actuar en consecuencia de los sentimientos ajenos? En qué especie de autómata pelotuda me convertí guardando mis sentimientos, mis impulsos y mi espontaneidad en un tapper, esperando a ver qué hace el otro primero?

Actuar en consecuencia es un acto reflejo de un miedo que no quiero tener más. Porque ya no quiero guardar nada. Ni aguardar a nadie.

3 pensamientos:

victor dijo...

clap clap clap!

Lu dijo...

Tan identificada! Te entiendo Andys! Qué se hace al respecto?

cri dijo...

estoy pensando lo mismo que vos.

abrazo!