29 de marzo de 2011

Te lleno el freezer

Por lo general siempre evito comprar comida hecha o congelada, pero esta vez las ganas de cocinarme eran nulas y mi heladera el desierto del Sahara, así que tuve que hacer una parada obligada en una pollería de barrio bastante paqueta donde venden desde supremas rellenas hasta higos secos.

Los que atienden ahí usan un sombrero de chef rojo (vaya uno a saber qué carajo le vieron de gourmet al lugar) y una remera amarilla con el dibujo de un pollo que te guiña un ojo; y mientras te cortan el fiambre o te separan un kilo de milangas, te hablan de la ultima temporada de Lost o de Bailando por un sueño, depende qué sombrero rojo te toque.

La cuestión es que hay uno de los sombreros rojos que cada vez que me ve se le ilumina la cara, y se pega toda la vuelta por atrás del mostrador para venir a darme un beso. Te lo decribo un toque para que te lo imagines vagamente: Treinta y largos, alto, flaco, vitiligo en los brazos, cara larga, boca abierta todo el tiempo, un diente en cada continente.
Yo me hago la macanuda y lo saludo como las viejas del barrio, le hablo del clima, me quejo un poco de cristina, de la inflación, de mi cansancio, me como de compromiso unos quesos que me da para probar, pago y me voy. Y siempre que voy se repite el mismo ritual, entre un kilo y otro de supremas que repongo en mi congelador.

Pero hoy no. Hoy fue diferente. Hoy después del beso macanudo vino algo más. Un susurro.

Sombrero Rojo (susurrándome al oído): Antes de irte esperame un cachito en la puerta que te quiero decir algo.

Con cara de pocker, asentí. Me dió no se qué negarme...pero era evidente por donde venía la mano. Cagamos, pensé, o mi teléfono o invitarme a salir. La verdad me dio bastante paja la situación pero era tan simple como decirle ¨tengo novio¨ y encarar para mi casa más rápido que Forest Gump.

Pagué y cuando salí no lo vi así que apure un poco el paso, pero un ch ch me detuvo. Escondido a un costado de la entrada estaba él. Me acerqué resignada y me preparé para escuchar lo que tenía para decirme.

SR: Cuchame linda, vos consumís mucho pollo en tu casa?

Yo: Eh?

SR: Si viste, porque si vos queres la próxima vez que vengas yo un kilito de milanesas de más te paso viste.

Yo: Ah...bueno. Gracias.

SR: Sii linda, lo que quieras, pechugas rellenas, milanesas, vos me pedís y yo te triplico el kilo. Así de onda. A mi cuñado a veces le saco 4 kilos de pata muslo...o compra 150 pesos y le lleno el freezer.

Yo: Ok, para la proxima. Y yo de onda te tiro unos pesos de canuto...?

SR: Noooo linda, olvidate, a mi no me das nada.

Yo: Bueno, paso en unos días y espero a que me atiendas vos. Gracias, en serio.

SR: De nada, qué pensaste, que te iba a invitar a salir? Ja.


Qué carajo fue eso?

Una de dos: o me vió más flaca que a un somalí desnutrido, o ya no me levanto ni al pollero.

3 pensamientos:

AnitMontec dijo...

obviamente quiere que le debas favores..... NO VUELVAS NUNCA MAS A ESE LUGAR!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Che, pero que histeria. Primero que no querias ni que te sonrriese, que re pesado y después te quejás de que no te levantás ni al pollero!!
Tal vez el pibe si te quería invitar a salir, pero antes quería demostrarte un poco de amabilidad o darte un regalo (dentro de sus posibilidades, dada su relación vendedor de carnes/cliente)

Me gustaría saber (para corroborar mi teoría) qué le respondiste a esa última pregunta de el y qué te dijo a cambio.

Anónimo dijo...

te kiere hacer la dieta del pollo y la papa ....patita pa un lado,patita pa otro lado y pa pa pa....