9 de agosto de 2010

108 aplausos

- Si, disculpá, cuánto está Woody?
- Qué cosa?
- Woody – Y levanto mi brazo para mostrarle a la gorda sin hijos que atendía en la caja quién era Woody.

Woody pasó por la lectora laser como un paquete de fideos.

- 108 pesos.

Woody automáticamente volvió al estante.
Después de dar mil vueltas y recorrer varias jugueterías en busca de algún juguete para mi sobrino que no afectara mi economía, decidí que 108 pesos en 3 cuotas sin interés no eran tan graves.

- Me llevo a Woody. Me lo envolvés para regalo?
-Tenés que hacer la cola afuera mami, que ahí stá la chica que te lo envuelve.

La cola era hasta mitad de cuadra, hacía frío y las madres estaban empezando a asustarme, pero no me quedaba otra si no quería caer con Woody envuelto en el papel de diario del domingo pasado.

Llegó el gran día. Me acuerdo que cuando era chica mi mamá me traía los regalos a la cama apenas me despertaba a la mañana. No sólo el día del niño; mi cumpleaños también. Los abría, los miraba, y me quedaba durmiendo un rato más, con los regalos abajo de la frazada, por si alguien me los robaba. Cuando ya fui más grande siguió con esa costumbre, pero en vez de regalos me traía unos licuados asquerosos de fruta y verduras porque despierta no te comía ni una lechuga. Yo me pseudo despertaba, me tomaba el licuado y seguía durmiendo en vez de con un juguete abajo de la frazada, con un bigote naranja extraño.

Así que agarré mi bolsita y me fui a lo de mi hermano, imaginando como en la película que a partir de hoy Woody iba a ser el juguete preferido de mi sobrino del que nunca se separaría.

Lo encontré a Tomás jugando con un pesca magic nuevo en la cocina.

-Feliz día Tomii! Querés ver lo que te trajo la tía?
-Si! – Los ojos se le abrieron el triple. Cada segundo que lo distanciaba de su regalo eran como 5. Rompió el papel, lo agarró a Woody con una mano y se quedó mirándolo, horrorizado.
-Tia…
-Es Woody! Te gusta?
-Pero..no es…este no es…
-Qué tiene? Es Woody, como el de la película.

Su rostro no conseguía salir del espanto y el horror. Lo apretó dos veces y me miró:

-Es blando.
-Si, Woody es blando…es de tela…
-No tía, el de agustín tiene la cara dura, y las botas duras, y el piolín atrás.

Vale aclarar que el Woody al que se refería mi sobrino ni cabía como posibilidad dentro de mi presupuesto pero sí, existía. El mío era como un peluche de Woody. El modelo más barato de los Woodys.

-Bueno, pero este es...el original! Te acordás que en una, a Woody se le descosía el brazo y un señor se lo cosía de vuelta?
-Si…
-Bueno…eso es porque Woody está hecho de algodón. Y el algodón es...?

Agarré a Woody y lo apreté dos veces.

-...blando. - me dijo completamene desilusionado.
-Exacto! Ahora andá a buscar a Buzz Light Year que jugamos.

-Bueno pero yo soy Buzz, y vos…Woody.

1 pensamientos:

Anónimo dijo...

cuando un juguete tiene un juguete igual pero mejor, pasa a ser automaticamente re trucho.
tengo varios tips para dejar contentos a los niños, despues te cuento.