El aterrizaje había sido un éxito. Fue como bajar un cordón en bici, semi imperceptible. Me dieron ganas de aplaudir pero la sirena indicadora de los actos estúpidos se encendió y me reprimí.
De pronto una voz fememina dijo: ¨Bienvenidos a Buenos Aires, este es el aeropuerto internacional Ministro Pizzarini¨
Si, dijo Pizzarini. Y lo dijo como cuando decíamos pitza de chicos. Pitzarini.
Por un segundo me sentí la aceituna de la pitza, y casi me muero.
Longitud de onda
Hace 1 semana
1 pensamientos:
Yo creí que eso de aplaudir (las ganas y el acto mismo) cuando los aviones aterrizan delicadamente, era algo bien ecuatoriano.
Publicar un comentario